martes, 8 de diciembre de 2009

el momento de estar juntos

Aminoro el paso a medida que llego, no sea cosa de que el tiempo se delinee en una espiral perversa, curvilínea y esquiva, y nos volvamos a desencontrar. Camino e inhalo profundo para apaciguar la cadencia de mis jadeos, pero una vez más mi corazón se acelera, y sin importar cuánto oxígeno bombee a mi perturbada cabeza, siempre me llega, imponente e inevitable, el mareo. Desacelero aún más el ritmo de mis pasos y me detengo –por premeditada casualidad- en el pórtico de tu alma. Anudo mis pies, no sea cosa que me de por huir en el momento más inoportuno, y miró a través del cristal unos instantes, la vigilia, las ansias y la espera en mi mirada. Miro la hora presa de mi muñeca (¿o mi muñeca presa de la hora?) y con la mirada gacha vuelvo a caminar. Tal vez, un día de estos la casualidad, el destino y mi reloj le peguen en el centro a la diana de tus ojos color pradera, y finalmente, sea el momento de estar juntos otra vez.

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