lunes, 16 de febrero de 2009

sueño

Donde me besaste, hay dolor. Donde me besaste, hay heridas a las cual el tiempo le hace limón: no solo no cierran, se ciernen siniestras sobre mi, me recuerdan que te deseo, me arden y se clavan como puñales del recuerdo de la pasión que dejé-o dejaste-ir. Duele tanto pensar, no querés, me quedo sola en la punta de la cama y tu presencia cual fantasma arrima sobre la ventana.
Hoy soy tu sucia amante, una vez, dos veces, en el cuello, en la boca, no en tu cama, no en la mía. Me congelo en tu mirada, te mofas de mi. No es justo, no, no, no, no. ¡Te odio, te deseo, te quiero, te detesto, necesito más de tu ser! Mi alma pide a gritos un instante de sudor, jadeo, y encuentro. Ja, ja, ja, resuena tu voz en mi cabeza, recordándome que tu piel me es esquiva.
Y hoy me reduzco cada día más, a una pasa de uva, que va a explotar, que va a llenar las paredes, el piso, mi alma y la tuya de vergüenza y rencor. Sus manos, que se llaman como las tuyas, solo traen congoja-ellas creen que es alivio-. Me estremezco, giro, y sueño, sueño: para abstraerme de la miseria en la que me pusiste: sueño.



Sueño pero no me descansa.
Sueño pero arde aún más.
Sueño pero es confuso.
Sueño pero sé que es iluso.
Sueño pero no.
no.
Sueño ¡y espero! pero sigue siendo un sueño.
Sueño pero sé que vos, y yo, en la pileta, no va a suceder.
Sueño pero sé que el trampolín es irreal.
Sueño pero no.
No hay un nosotros luego del sueño.
No hay manos luego del sueño.
No hay un nosotros más allá del sueño.
No hay nada
Nada
Nada
Más que vacío

Y una vaga ilusión.

No hay comentarios:

Publicar un comentario